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San Jerónimo penitente, Med. s. XVI
Ficha técnica
La tabla representa a san Jerónimo penitente, semiarrodillado, siguiendo uno de los tipos iconográficos de la tradición cultural convencional, como santo eremita penitente en su gruta, rodeado de unos paisajes rocosos y boscosos de raigambre joanesca —que aluden a su retiro penitencial en la gruta del desierto de Calcis, en la frontera con Siria—, y postrado ante un crucifijo, en actitud o gesto contemplativo.
En una mano sujeta un canto rodado con el que se autodisciplina, mientras que con la otra sostiene y señala un libro que reposa en su regazo, seguramente la Vulgata o quizá sus epístolas. A los pies del crucifijo aparecen el capelo cardenalicio, el león y también una calavera, atributo habitual del santo y símbolo de la transitoriedad de la vida, como memento mori.
La parte superior de la zona pintada presenta una forma curva donde quedan insinuados vestigios de una antigua moldura lobulada, lo cual nos hace suponer que formaría parte de un retablo, quizá todavía con una estructura gotizante que nos indicaría que podemos estar ante una obra datable a mediados del siglo XVI (ca. 1550).
Las características formales y estilísticas de la obra nos permiten atribuirla al pintor Onofre Falcó (ca. 1539-1560), quien ejecutó tres escenas del Retablo de san Esteban, procedente de la parroquia de esta misma advocación de València. El resto de las tablas fueron pintadas por Joan de Joanes y se conservan en el Museo del Prado. De las tres atribuidas a Falcó, la Ordenación de san Esteban se localiza en el mismo museo; en ella uno de los sacerdotes, situado de pie a la izquierda, presenta un tipo figurativo muy similar al San Jerónimo objeto de este estudio, con su barba poblada y poco definida, la nariz puntiaguda, su canon alargado, la precisión de la musculatura y los sombreados, y el tratamiento de los pliegues, como ocurre también con los dos sayones de los Improperios.
Igualmente podemos relacionar este San Jerónimo con otro que se ha atribuido a Onofre Falcó, de una colección particular valenciana. Ambos coinciden en las posturas forzadas, en la tonalidad de la paleta pictórica (algo más oscura en aquel que en Joanes), en la elaborada anatomía, en la configuración de los paisajes del fondo o en el tratamiento de las lacas, que vienen a evidenciar unos estilos íntimamente ligados a las propuestas pictóricas de Joan de Joanes.
La existencia de Onofre Falcó se documenta por primera vez en 1539, cuando trabajaba en la capilla de la Virgen María del Populo, de la iglesia del Hospital General de València. En 1552 se le nombra pintor de la ciudad de València, y prepara las tablas de una predela que después pintaría Joan de Joanes, con lo cual se intuye una estrecha relación profesional entre ambos y quizá la posibilidad de que trabajaran asociados en algún momento. Tal vez un buen ejemplo de ello fuera el mencionado Retablo de san Esteban. El 9 de marzo de 1560, un nuevo Nicolás Falcó, hijo de Onofre, lo sustituyó en el cargo de pintor de la Casa de la Diputación o Generalitat de València, por lo que se supone que Onofre ya había fallecido.