Entre 1997 y 1999, Manolo Valdés realizó varios retratos de quien parece ser una modelo, sin identificar, a la cual no nombra en las obras. Los títulos se refieren a aspectos de valor compositivo o cromático, a combinaciones de colores. Encontramos una proximidad formal y en los rasgos faciales —la misma modelo— en Retrato en blancos y marrones de 1997 y Retrato con rayas ocres de 1998, entre otros. Tanto Matisse como pretexto como Homenaje a Matisse, ambos de 1999, recurren a ella. Unos años más tarde, en 2010, Valdés pintó una serie de obras dedicadas de nuevo a Matisse, pero en esta ocasión el título genérico identificaba a la modelo como Dorothy.

Se trata de Dorothy Paley, mujer del coleccionista Donald Paley, a quien Henri Matisse retrató en 1936 en un dibujo que se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York. Es sin duda esta la obra que Valdés toma como referente tanto para el retrato que nos ocupa como para los otros casos mencionados arriba. Ofrece, como es habitual en su producción, diferentes interpretaciones o variantes sobre la misma obra. Mientras observamos mayor fidelidad al dibujo original en la serie de 2010, en el caso de los cuadros de finales de los años noventa parece razonable postular que Valdés toma el dibujo de Matisse a modo de estudio previo a partir del cual investiga las distintas posibilidades plásticas y formales que puede ofrecer un retrato imaginario al óleo basado en un dibujo determinado. El espíritu experimental de la serie no solo se ve reflejado en los valores cromáticos que destacan en los diferentes títulos, sino también en la libertad con la que Valdés reinterpreta el dibujo, presentando a la retratada con mayor frontalidad que en el original. En este sentido, la presente obra debe considerarse un precedente de la serie de 2010 dedicada a Dorothy.