Una obra especialmente impactante dentro de la producción de Opie es este cuadro, de más de dos metros y medio de alto por casi dos de ancho, detectado por la Colección Fundación Bancaja en la individual celebrada por el pintor en 2006 en las afueras de Braga, en la galería de Mário Sequeira. Pieza muy representativa de la amplia zona retratística del pintor, que conoce muy bien la historia del género. Aquella noche en la mesa se habló mucho de Tintín y de su creador, el belga Hergé, el inventor de lo que hoy se conoce como línea clara. Si hay un pintor al cual cuadra ese término, ese es Opie. En el catálogo de su retrospectiva de 2004 en la Tate Modern, se reproducen unas viñetas de Hergé especialmente de su gusto, pertenecientes al álbum Las siete bolas de cristal. Sin salir de la escena británica, existe un precedente muy evidente: el desaparecido Patrick Caulfield, probablemente la figura más interesante del pop art en ese país. Un nexo entre ambos podría ser Michael Craig-Martin, de quien Opie fue alumno en la Goldsmith’s School of Art, y luego asistente, y cuya exposición valenciana de 2001, en el IVAM, concretamente en el Centro del Carmen, entonces adscrito al museo, iba por ese lado. Hechas las correspondientes indagaciones, hemos averiguado que el

Hirofumi retratado aquí —y en otras tres obras más del mismo año, entre las que destacan Hirofumi, Fashion Designer I, propiedad de la Fondazione Guastalla, en Roma, e Hirofumi with Folder, la imagen más tintinesca del conjunto— es Hirofumi Kiyonaga, diseñador de moda japonés, creador de la marca SOPH, muy activo tanto en su país natal como en el Reino Unido y cuya empresa está radicada en Bristol. Kiyonaga utiliza un detalle de la efigie propiedad de la aludida fundación en su perfil en Twitter. Por lo indagado hemos podido comprobar que una cierta estética última británica, y en concreto la obra de Opie, son importantes para la definición de su propia poética como diseñador. Hirofumi with Staff reza el título. Si no tuviéramos el cuadro a la vista, podríamos pensar que la traducción correcta sería ‘Hirofumi con equipo’; sin embargo, a la vista está que en el cuadro no hay equipo alguno y que este staff… es un palo. Ese palo, el gorro, la camisa a rayas pero casual, entre otras cosas porque no va acompañada de corbata, todo contribuye a una impresión de modernidad, de sencillez y sobre todo de comodidad muy acordes con la actitud de un japonés que juega a ser normal, un hombre de la calle. Vía este hombre normal, que podríamos confundir con un deportista, o incluso con un pescador —y de hecho el firmante de estas líneas ha de reconocer que leyó el cuadro como el retrato de un pescador y que solo recientemente reconoció su error cuando dio con la imagen del modisto carpeta en ristre—, se cuela en este catálogo el universo de la moda más contemporánea. Una vez más, Opie como pintor, sí, de la vida moderna.

Se expuso por vez primera en España Hirofumi with Staff en la retrospectiva de Opie que tuvo lugar también en 2006 en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga y cuyo bonito catálogo, con prólogo del firmante de estas líneas, simula precisamente un álbum de Tintín, empezando por su lomo y prosiguiendo por su cubierta, en una recreación —de un Opie más línea clara que nunca— de la fachada de la pinacoteca, antiguo mercado de la ciudad, obra de Luis Gutiérrez Soto, uno de los grandes nombres de nuestro funcionalismo.

Con buen criterio, este retrato elemental, potente, encantador, de armonías cromáticas muy bien resueltas, como muy buen resuelto está el dibujo, tan esquemático, especialmente en todo lo referido al rostro, reducido a sus mínimos elementos, fue elegido por Mário Sequeira como frontispicio del catálogo de la muestra en su galería, tras la cual Hirofumi with Staff emprendió su camino hacia España, donde hace poco, este mismo año 2017, la Fundación Bancaja ha acogido la segunda retrospectiva valenciana del pintor —la primera tuvo lugar en 2010 en el IVAM—, en la que el cuadro naturalmente ha figurado, siendo además el elegido para su cubierta.