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Fundación Bancaja presenta la exposición «En el mar de Sorolla con Manuel Vicent»

En la exposición, integrada por 109 obras de Sorolla, el escritor Manuel Vicent realiza un comisariado literario en torno a la obra del pintor valenciano, estableciéndose un diálogo entre pintura y literatura con el Mediterráneo como hilo conductor.

La Fundación Bancaja ha presentado esta mañana la exposición En el mar de Sorolla con Manuel Vicent, realizada con la colaboración del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla y enmarcada en el Año Sorolla como cierre de la programación por el centenario del fallecimiento del pintor valenciano. La presentación ha contado con la participación del presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; el escritor Manuel Vicent como comisario literario; y el director del Museo Sorolla, Enrique Varela, comisario artístico de la muestra.

La exposición ofrece una propuesta expositiva innovadora en la que el escritor Manuel Vicent realiza un comisariado literario en torno a la obra de Sorolla, estableciéndose un diálogo entre pintura y literatura con el Mediterráneo como hilo conductor.

Tras su exhibición inicial en Madrid, la exposición se presenta en Valencia con una selección ampliada de obras que incluye 109 lienzos datados entre 1886 y 1920. En el recorrido expositivo figuran obras maestras de Sorolla que excepcionalmente han salido de su sede en el Museo Sorolla de Madrid como Saliendo del baño (1915), La hora del baño, Valencia (1909), Pescadores valencianos (1903) o Después del baño, Valencia (1909).

El conjunto de obras reunidas procede de las colecciones del Museo Sorolla, Fundación Museo Sorolla, Fundación Bancaja, Diputación de Valencia, Colección Hortensia Herrero, así como de colecciones particulares.

A través del relato y las evocaciones de las propias vivencias de Manuel Vicent se realiza un recorrido en cuatro secciones por la rica representación del Mediterráneo en la obra de Sorolla: El subconsciente está lleno de algas, que incluye sus icónicas pinturas de niños representados de forma lúdica en la playa; Un drama naturalista bajo la luz del Mediterráneo, con escenas de pescadores y pescadoras durante y después de la pesca; Veraneantes burgueses en el Cabanyal, que muestra las imágenes de miembros de la burguesía valenciana retratados por el artista; y En el mar de Xàbia, con escenas que reflejan la fuerza del paisaje que plasmó en sus cuadros de este enclave costero.

Las palabras de Manuel Vicent revisan desde la vivencia y la creación literaria los espacios que Sorolla habitó y trasladó a sus lienzos, y que ofrecen una amplia visión de la vida en torno al mar Mediterráneo en el periodo de entre siglos. Ambos creadores confluyen en una misma visión naturalista que da como resultado una experiencia expositiva en la que se ofrece una nueva lectura de las obras de Sorolla a través de relato biográfico y literario de Vicent.

Manuel Vicent reconstruye en este relato su propia memoria en torno al mar, otorga voz a la vida que subyace en la iconografía universal de Sorolla y, al mismo tiempo, reflexiona sobre la estética luminista del pintor y su posicionamiento como artista.

La exposición se completa con fotografías de época con Sorolla y sus escenarios en el Mediterráneo como protagonistas y con un audiovisual realizado para el proyecto en el que el escritor Manuel Vicent relata sus vivencias y las vincula a las escenas reflejadas por Sorolla en sus pinturas.

Con motivo de la muestra se ha editado un catálogo con la reproducción de las obras que forman parte de la exposición, junto con el relato literario que Manuel Vicent ha escrito como obra original.

Dentro de su programa de mediación cultural y artística, la Fundación Bancaja ofrece visitas comentadas para público general y grupos, y también talleres didácticos para escolares, personas con discapacidad, grupos en riesgo de exclusión y personas mayores.

La exposición En el mar de Sorolla con Manuel Vicent, que cuenta con la colaboración de A&G, puede visitarse en la sede de la Fundación Bancaja en Valencia (Plaza Tetuán, 23) del 4 de octubre de 2024 al 9 de marzo de 2025.

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El subconsciente está lleno de algas

Con las pinturas de Sorolla más luminosas de niños y jóvenes jugando y bañándose en el mar como La hora del baño (1909), Saliendo del baño (1915), El balandrito (1909) o Al Agua (1908), Manuel Vicent inicia su relato con un viaje iniciático a sus primeros meses de vida y su desvelamiento sensorial del mar Mediterráneo.

En el verano de 1936 mis padres habían alquilado una casa de pescadores situada en primera línea de mar, en la playa de Moncofa. Yo tenía apenas tres meses de edad y puede que mi cerebro fuera una especie de esponja que iba absorbiendo de forma inconsciente todas las sensaciones primarias: el resplandor ofuscante del sol en la arena, el olor a algas y a calafate de las barcas de pesca varadas, el ala de la brisa cargada de sal, el sonido del oleaje rompiendo día y noche seguido por la succión de la resaca, que dejaba los cantos rodados cubiertos de espuma (…). Sobre la carne tan tierna y sonrosada de mi cuerpo mojado el sol extendería una luz resbaladiza, iridiscente, que solo el pincel de Sorolla ha sabido captar en otros niños desnudos en las playas de Valencia’’.

La infancia y su descubrimiento consciente del mar tienen cabida en el relato de Vicent, en el que el mar se convierte en un espacio de libertad y júbilo.

La revelación consciente del mar me llegó cuando cumplí cinco años. Fue un descubrimiento feliz que no he olvidado. No recuerdo haber experimentado el sentido de su inmensidad sino una sensación de salvaje libertad y alegría dentro del clamor que su luz liberaba”.

Un drama naturalista bajo la luz del Mediterráneo

El mar Mediterráneo es también el escenario de Sorolla para la representación pictórica del trabajo de pescadores y pescadoras en las playas del Cabanyal, así como de la dureza de la vida para hombres, mujeres y niños dedicados a faenar en la playa. Esa otra vivencia, la del mar como entorno de trabajo a finales del siglo XIX y durante los primeros años del XX, es la que recorre esta segunda sección.

’Del mismo modo que debajo de la felicidad anida la tragedia, en el fondo de una luz blanca deslumbrante hay una luz negra que te ciega y te obliga a entornar los párpados. Esa dialéctica estética entre contrarios me ha acompañado siempre y llegado el caso me ha servido para penetrar en el significado profundo que contiene esa lucha contra el mar que establece la pintura luminosa de Sorolla’’.

Los lienzos de Sorolla reflejan aquí escenas de bueyes tirando de las embarcaciones, de marineros empapados sacando las cestas del pescado, de pescadoras con vestidos blancos esperando en la playa o de velas latinas. Estampas inequívocamente ligadas al pintor valenciano que, más allá de la luz y el azul intenso que supo captar, construyen un relato estético en el que está muy presente la visión del Mediterráneo descrita por su amigo Vicente Blasco Ibáñez.

Pero debajo de la luminosa paleta de Sorolla, estaban las miserias y las pasiones de los hombres de la mar, las blasfemias o los silencios humillados, las borrascas que sucedían en tierra mediante celos”, venganzas y naufragios que expresa Blasco Ibáñez en su novela Flor de Mayo.

Obras de Sorolla como Cordeleros, Valencia (1901), Pescadora con su hijo (1908), Pescadoras valencianas (1903), La llegada de las barcas, Valencia (1905), Metiendo la barca (1902) o Chico del Cabanyal (1920) se despliegan por este espacio acompañadas de las palabras de Manuel Vicent.

Veraneantes burgueses en el Cabanyal

A finales del siglo XIX y principios del XX, la playa del Cabanyal bullía con ajetreo de marineros y pescadores, pero también era espacio de esparcimiento para la burguesía. Las obras de Sorolla y los textos de Vicent muestran en esta sección la visión del mar como espacio de placer y ocio para una clase burguesa que paseaba junto al mar, al tiempo que disfrutaba de balnearios y merenderos. Los veraneantes que habían establecido en la playa sus casas de estilo colonial estaban situados junto a los poblados marítimos en los que los marineros sobrevivían en condiciones mucho más humildes.

Ese mundo burgués pintado por Sorolla, especialmente en retratos familiares de su mujer e hijas, se visualiza en lienzos como Elena en la playa (1909), obra que ha salido en muy pocas ocasiones del Museo Sorolla; Clotilde en la playa (1904), Cestos en la playa (1892), Playa de Valencia (1892) o Clotilde y María en la playa (1908).

Escribe Manuel Vicent: ‘’Barracas de pescadores, balnearios, barriadas de veraneantes burgueses, sanatorios, merenderos con sombrajos de cañas y casetas de baños se alternaban a lo largo de la playa desde el Grao a la Malvarrosa. (…) Y allí había bailes y cinematógrafo, polisones, sombreros jipijapa y trajes de baño con rayas de avispa. Así pintó también Sorolla a señoras burguesas de blanco con pamelas, a su mujer Clotilde y a sus hijas bajo las sombrillas.’’.

En el mar de Xàbia

La última sección de la exposición propone un viaje desde las playas de Valencia hasta las de Alicante. En concreto, al mar de Xàbia, en la Marina Alta. Manuel Vicent conoce muy bien esta costa, que ha navegado en múltiples ocasiones, y que describe en sus textos como espacio de placer, belleza y fuente de espiritualidad.

Cuando empecé a sentir y a navegar este mar de Denia y Xàbia nunca dejé de imaginar que estas aguas pertenecían a Sorolla (…) embriagado por esta luz de moscatel, como a mí me sucedió’.”

El pintor valenciano quedó impactado cuando, en 1896, vio Xàbia por primera vez. Así lo describió a su mujer Clotilde: “Jávea sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar. Supera a todo.”

Este sentimiento común en torno al mar y a este enclave concreto del Mediterráneo como rica fuente de inspiración guía el relato pictórico y literario del último bloque de la exposición, en el que se pueden contemplar obras como Cabo de San Antonio, Jávea (1905), Isla del Portichol, Jávea (1905), Mar de Jávea (1905) o La noria, Jávea (1900).

El paisaje protagoniza aquí los lienzos, otorgando mayor presencia a la luz, los colores y el impacto de la naturaleza con espacios como el Cabo de San Antonio o el cabo de San Martín. Escenarios en ocasiones despojados de personas que pretenden concentrar el placer de las pequeñas cosas, como recoge en sus textos Manuel Vicent.

La pintura de Sorolla en Xàbia te invita a imaginar placeres sencillos de verano que pasaban al fondo de la memoria para convertirse en valores universales”.

Manuel Vicent (La Vilavella, Castellón, 1936)

Manuel Vicent escribe con imágenes desde hace más de cinco décadas. Sus inicios literarios alternaron la novela y la columna periodística. Tras publicar en el diario Madrid y en las revistas Hermano Lobo y Triunfo, comenzó una estrecha relación con el diario El País, que se mantiene desde 1977. Pero son sus novelas de autoficción las que más fama han alcanzado desde que en 1966 publicara Pascua y Naranjas hasta la más reciente, Una historia particular (2024). En medio de este camino literario ha publicado obras tan destacadas como Balada de Caín, Tranvía a la Malvarrosa o Son de Mar.

Su larga y prolífica trayectoria literaria ha recibido numerosos reconocimientos: Premios Alfaguara y Nadal de novela; Premio Francisco Cerecedo y González Ruano de periodismo; Doctor honoris causa por la Universitat Jaume I de Castellón y por la Universidad de la Plata (Argentina); Premio de Les Lletres Valencianes; y Alta Distinción de la Generalitat Valenciana.

Calificado por la crítica como “el Sorolla de nuestras letras”, la literatura de Vicent se caracteriza por un estilo virtuoso, punzante, lleno de belleza y de realismo. Vicent practica una prosa luminosa y sensual, llena de matices, representando el mundo a través de la experiencia de los sentidos. Al igual que en Sorolla, es difícil de entender su literatura sin el escenario de fondo del Mediterráneo, del Levante, sus gentes y sus paisajes. Sus raíces mediterráneas son una referencia de su identidad literaria.

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