La ciudad de Valencia se despide de esta histórica exposición producida por la Fundación Bancaja, que ha presentado por primera vez de forma conjunta la obra de ambos artistas vascos.
La muestra conjunta de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida viajará a San Sebastián para su presentación en abril en el Museo San Telmo en colaboración con la Fundación Bancaja.
La exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60 cerrará sus puertas este domingo 6 de marzo en la sede de la Fundación Bancaja en València marcando un hito en la historia de la exhibición de la producción artística de dos figuras clave en la escultura europea del siglo XX casi veinte años después de su fallecimiento.
La iniciativa de la Fundación Bancaja, presentada en noviembre del año pasado, ha permitido desarrollar en València la primera exposición conjunta la obra de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. El proyecto se ha desarrollado además con la colaboración de las dos instituciones legatarias de los artistas: Fundación Museo Jorge Oteiza y Chillida Leku.
La exposición viajará próximamente a San Sebastián para su presentación en el Museo San Telmo en abril en colaboración con la Fundación Bancaja
La muestra suscita un diálogo entre las esculturas, de ambos artistas vascos, centrado en la producción realizada durante dos décadas –los años 50 y 60- en las que Oteiza y Chillida se conocieron, tuvieron relación de amistad y cada uno contempló con atención e interés la obra del otro. El recorrido expositivo, con más de un centenar de piezas, ofrece una conversación entre sus pensamientos estéticos y sus realizaciones escultóricas, revelando en pie de igualdad las metáforas paradigmáticas de Oteiza y las metonimias sintagmáticas de Chillida.
La selección de obra se ha realizado desde una perspectiva cronológica, iniciándose en 1948 con sendos viajes -cuando Oteiza regresa a España después de su larga estancia en Latinoamérica y Chillida se marcha a París con la voluntad de convertirse en escultor-, y concluye en 1969 -con la culminación de la estatuaria del Santuario de Arantzazu por parte de Oteiza y la instalación de la primera gran obra pública de Chillida en Europa ante el edificio parisino de la UNESCO-.
La horquilla temporal de la exposición se inicia también cuando la importancia internacional de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida se hizo patente, en los años 50, al ganar los mayores reconocimientos en certámenes del máximo prestigio en Europa y América. Oteiza se hizo con el Diploma de Honor en la IX Trienal de Milán en 1951, lográndolo Chillida en la siguiente convocatoria, la del año 1954. Poco después, en 1957, Oteiza fue merecedor del Premio al Mejor Escultor Internacional en la IV Bienal de Sâo Paulo y al año siguiente, en 1958, Chillida alcanzó el Gran Premio de la Escultura en la XXIX Bienal de Venecia.