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Cabeza V, 1997
Ficha técnica
Pertenece a una serie de siete cabezas de gran formato realizadas en madera en 1997 que fueron las primeras de estas características en la trayectoria del artista. Estas cabezas de madera constituyen un antecedente de las realizadas en bronce fundido en los años siguientes, algunas de las cuales han sido llevadas a escala monumental y han logrado una gran notoriedad; sin embargo, debe señalarse que no responden a los mismos intereses. Existen así mismo otras cabezas en madera, también de grandes dimensiones, realizadas con posterioridad, como es el caso de Dorothy en 2006, reinterpretada en 2010 y 2015. En ellas se identifica a la misma modelo matissiana que Valdés toma como referente para Cabeza V.
Las esculturas de Valdés siempre se relacionan con pinturas o dibujos suyos previos, y en el taller se suceden, entrelazados, los procesos de trabajo. La escultura trata de traducir a las tres dimensiones las opciones plásticas que ofrece una determinada obra bidimensional, plana; los ensamblajes de maderas remachadas reproducen el mismo efecto de texturas logrado con los jirones y las superposiciones de las arpilleras remendadas. En virtud de esta simultaneidad de técnicas en el proceso de trabajo, se produce una retroalimentación extremadamente enriquecedora.
En el caso que nos ocupa, el referente para Valdés parece ser alguna de las primeras interpretaciones que pinta en torno al retrato a carboncillo de Dorothy Paley que Henri Matisse realizó en 1936 y que se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York. Las intenciones formales y el efecto de texturas logradas con la madera encastrada son afines a las propuestas en la pintura Retrato en blanco y marrones, también de 1997. Así mismo, existe relación con las soluciones formales desarrolladas en cuadros posteriores que toman, a su vez, como referente el mencionado dibujo de Matisse; como, por ejemplo, el Retrato en grises (1998) de la colección de la Fundación Bancaja.