La Caja de remordimientos es una serie de cuarenta y cinco estampas —aguafuertes, puntas secas y barnices blandos— que Picasso fue realizando de modo intermitente a lo largo de su vida.

Entre las muchas láminas de cobre y de zinc que grabó Picasso desde 1919 hasta 1955, hubo ciento una que por diversas causas no quiso que se estamparan, razón por la cual las almacenó en un trastero de su casa. Y allí permanecieron hasta que en 1960, y coincidiendo con el cambio de domicilio de Cannes a Mougins, aparecieron cuando ni el propio artista se acordaba de ellas. El hallazgo llegó en plena época de éxito; los editores de Estados Unidos y Alemania, principalmente, no hacían más que pedirle obra para comercializarla.

Picasso autorizó que se hiciera una prueba de estampación de todas las láminas de cobre; examinó detenidamente cada una de ellas, consintió en salvar cuarenta y cinco, y permitió que se hiciera una edición. Treinta y siete cobres fueron estampados antes de 1952, y el resto, desde esa fecha hasta 1955. Surgió entonces un problema: las estampas no estaban firmadas.

Los editores se lo exigieron, pero el artista era muy reacio a hacerlo y fue postergando la labor. Los editores dudaban entre darle a firmar todas las estampas de una vez o poco a poco, para conseguir que cambiara de actitud. En su afán por lograr su objetivo, optaron por pasarle la serie entera, y fue entonces cuando Picasso rechazó firmarlas de forma definitiva. En realidad, no quería que aquellos apuntes vieran la luz porque estimaba que no eran perfectos, lo que viene a romper el mito de que era un artista descuidado.

Fue diez años después de la muerte de Picasso cuando su familia encontró las estampas en lo que llamó caja de remordimientos. La firma que ahora tienen se puso con un sello.

Argumentaba el pintor que aquellos grabados eran poco menos que borradores sin trascendencia alguna. Los que hizo entre 1919 y 1939 son ensayos que corresponden a su primera época como aprendiz de la técnica del aguafuerte. En algunos grabados encontramos determinados fallos técnicos, tal vez porque se había pasado o quedado corto en cuanto al tiempo de mordida del aguafuerte. Incluso hay alguna obra que está por concluir. En cuanto a los temas, predominan los retratos y la reflexión sobre el mundo clásico; van desde el mundo familiar a sus fantasías sexuales, como en Minotauro violando a una mujer.

El interés de Picasso por el grabado era diario, y muchas de sus obras están fechadas con el día, el mes y el año de su realización. Un ejemplo lo encontramos en el aguafuerte sobre plancha de cobre titulado Françoise, Claude y Paloma: la lectura y los juegos, un grabado realizado el 15 de enero de 1953 donde se ve a los tres niños con los juguetes que les habían traído los Reyes Magos. Gracias a esta precisión temporal, conocemos mejor a Picasso y podemos seguir la evolución del artista como si estuviéramos repasando su diario.