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Copa del barco, 2003
Ficha técnica
Apasionado por el mundo clásico, así como por la mitología, tanto en su condición de arquitecto como en su condición de pintor, Navarro Baldeweg ha pintado, de 1980 en adelante, arcaicos Kuroi, Narcisos, Danaes, cabezas clásicas, casas romanas o pompeyanas, copas decoradas como la que ahora retiene nuestra atención…
Cuadro este en verdad pleno y radiante, feliz, perfecto, tan saturado del azul del Mediterráneo como lo están ciertos Picassos de la década del retorno al orden o ciertos poemas coetáneos de Paul Valéry. Otra de las obras maestras de su autor. Dos metros de alto por tres de ancho, una superficie intensamente pintada en la que coexisten la copa con motivos de la marinería clásica, el mar grecorromano siempre recomenzado, las nubecillas por el cielo…
La primera vez que se expuso este cuadro, en verdad portentoso, fue en 2004 en la muestra que bajo el título «La copa de cristal» se celebró en la abadía de Santo Domingo de Silos, dentro de un ciclo expositivo organizado por el Reina Sofía centrado en las relaciones del arte con la espiritualidad y en el que participaron también, entre otros, Miquel Barceló, Sergio Belinchón, Eduardo Chillida, Martín Chirino, Carmen Laffón, Manolo Millares, Joan Miró, Lucio Muñoz, Albert Ràfols-Casamada, Manuel Rivera, José María Sicilia, Susana Solano, Antoni Tàpies, Gustavo Torner, Cristino
de Vera o Esteban Vicente.
A propósito de ese conjunto de cuadros de Navarro Baldeweg, fascinantes donde los haya, merece la pena leer las consideraciones del pintor en «La copa de cristal», el texto del catálogo silense posteriormente convertido en uno de los capítulos de su libro recopilatorio Una caja de resonancias; en sus ilustraciones figuran otros dos cuadros que se vieron en la gran abadía cisterciense burgalesa, Copa del barco I y Copa azul y ventana, ambos de 2004, directamente relacionados con el que nos ocupa. Remontándonos a nuestros maestros de antaño, recordemos por lo demás la copa de agua con un higo que figura en el centro del Aguador de Sevilla, de Velázquez. Y más cerca de nosotros, las copas de agua del más velazqueño de nuestros artistas del siglo XX; me refiero naturalmente a Ramón Gaya, otro pintor que escribe, y otro pintor, por cierto, editado por esos grandes editores que son los de Pre-Textos.