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- Etchings for Federico García Lorca
Ficha técnica
Etchings for García Lorca, álbum de bibliofilia bellísimamente editado por Gregory Burnet —el estampador neoyorquino con el que tan a menudo ha colaborado Sean Scully—, se inscribe en la gran tradición del libro ilustrado, tan ejemplarmente encarnada por Manet, Picasso —una faceta de su trabajo muy bien representada en la Colección Fundación Bancaja—, Juan Gris, Miró, Yves Tanguy, Robert Motherwell, Tàpies, Chillida y tantos otros artistas de los siglos XIX y XX. El irlandés, tan vinculado desde hace años a España —pionera fue en ese sentido su retrospectiva de 1989 en el madrileño Palacio de Velázquez, y hay que mencionar también la celebrada en el IVAM en 2002—, se enfrenta aquí a la tarea de dialogar, en diez aguatintas de formato apaisado, con otras tantas composiciones inmortales de Federico García Lorca, uno de nuestros poetas más universales y un autor que fascina al pintor desde su juventud. Composiciones que presentan la particularidad de ir estampadas en la misma hoja que los grabados, en una coexistencia especialmente bien planteada desde el punto de vista tipográfico. Dialoga sutilmente el pintor con esas composiciones, algo especialmente notable en el caso de Colmena o en el de la canción El canto quiere ser luz o en el de El diamante… La primicia de este homenaje lorquiano la tuvo el Instituto Cervantes de Londres, que en 2001 expuso los grabados de Barcelona para García Lorca, grabados entonces en proceso, ya que la tirada del libro propiamente dicho se realizó dos años más tarde. Otro Cervantes, el de Dublín, enseñó la serie en 2005 con motivo de la inauguración de su actual sede, casi enfrente del Trinity College. En España el álbum se ha expuesto, como no podía ser de otro modo, en Granada, en la huerta de San Vicente, la casa de la familia García Lorca, hoy Casa-Museo, así como en Salamanca y Madrid.
Con anterioridad y también en el ámbito del grabado, que cultiva desde sus tiempos como estudiante en el Croyden College of Art de Londres, Scully se había enfrentado con éxito en 1993 a la tarea de ilustrar, para el galerista muniqués Bernd Klüser —impulsor del primer catálogo razonado de su gráfica—, los Pomes Penyeach de su compatriota James Joyce, y en 1999, para el histórico Limited Editions Club de Nueva York, uno de sus libros favoritos, Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas), de Joseph Conrad, el gran narrador polaco que acabaría escogiendo el idioma de Shakespeare como lengua literaria. En ese formidable museo que es el Art Institute of Chicago se conserva el cuadro Heart of Darkness (1982), punto de partida de la citada edición de bibliofilia. Se da el caso de que, entre los artistas representados en la Colección Fundación Bancaja, figura el cartagenero Ángel Mateo Charris, pintor errante y fascinado por las tierras lejanas que también ilustró esa novela (Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 2008). Recordemos además otros dos álbumes de bibliofilia importantes: el primero de 1984 y en el que Scully dialoga con el poema Burnt Norton, de T. S. Eliot, y el segundo de 1996, también editado por Klüser, en el cual sus imágenes coexisten con un texto del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer.