Otro Knoebel sereno y equilibrado, otra de esas pulcras superficies compuestas por piezas articuladas entre sí en las que el pintor se entrega a esas armonías cuyo secreto conoce. Otra pieza adquirida en Arco 2005, en la Galerie nächst St. Stephan de Viena, donde Rosemarie Schwarzwälder ha defendido con constancia tanto a Knoebel como a otros artistas de la familia purista, incluidos algunos de los minimalistas norteamericanos. Elogio de la llaneza, de la construcción, de la belleza. Tanto compositiva como sobre todo cromáticamente, estamos muy cerca del ciclo Lina-Liza Strasse, por lo que todo lo que hemos dicho sobre ese cuadro perteneciente a la Colección Fundación Bancaja podríamos repetirlo a propósito de este. Muy cerca de ese ciclo y muy lejos de otra obra de 2000 asimismo presente en la colección, Rot Gelb Weiss Blau 7, construida sobre los colores primarios, pero deliberadamente caótica y dispersa en su composición, y con la que le da la razón a Johannes Stüttgen, que lo ve oscilando siempre «entre caos y forma, solidificación o disolución». O muy lejos de sus collages con algo de papiers découpés de Matisse o de los varios vitrales que el artista ha realizado para la Catedral de Reims. Tiene razón Fernando Castro Flórez, comisario de la exposición knoebeliana celebrada en 2008 en la Fundación Bancaja, cuando en su prólogo al catálogo habla de la «soltura endiablada» del artista, a lo que añade que no tiene «ningún interés en decir algo al margen de la obra».