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Monja en oración, 1883
Ficha técnica
En la Exposición Regional de Valencia de 1883, Sorolla obtiene con Monja en oración su primera medalla de oro. Esta obra, como tantas veces se ha repetido, está inspirada en Santa Clara en éxtasis, un cuadro de su maestro Francisco Domingo. Probablemente, fue su primer biógrafo, Rafael Doménech, quien habló de esta inspiración que para él no suponía más que «la influencia natural ejercida por un maestro de prestigio en un artista incipiente». Y continúa Doménech: «Domingo había sugestionado a los artistas valencianos. Se dibujaba a la manera de Domingo en la clase del natural de la Academia de Valencia, y en su clase de colorido se pintaba a la manera de Domingo». Aunque esta influencia dura poco, no ocurre así con la admiración que Sorolla siente por su maestro, a quien sigue recordando cuando prepara su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid: «Domingo fue el faro que iluminó la juventud de mi tiempo no sólo en Valencia, sino en toda España. Reunía todas las cualidades del artista soñado», y añadía: «¡Tanto amé al hombre, cuanto admiré al artista!».
Es posible que esta admiración esté indirectamente relacionada con la influencia de Velázquez en la pintura de Domingo, influencia que se aprecia en Santa Clara en éxtasis, claramente inspirada en modelos de la pintura española del siglo XVII. Sorolla admiró y copió la obra de Velázquez directamente en el Museo del Prado cuando viajó a Madrid en 1881 para presentar sus obras en la Exposición Nacional, y volvería a hacerlo en sus visitas a la capital en 1882 y 1884. El que Sorolla copiara a su vez la obra de Francisco Domingo, pocos años después de la primera visión directa de los cuadros de Velázquez, significaría un paso más en la evolución de su pintura. De esta forma, Sorolla asimilaría por medio de la copia de Domingo los filtros a los que la obra de Velázquez se había sometido a finales del siglo XIX, periodo en el que se revisa y revaloriza la obra del sevillano. Así, Velázquez va dejando una huella profunda en la obra de Sorolla que podemos rastrear hasta muchos años después fundamentalmente en sus retratos, como el del también pintor Aureliano de Beruete, hoy en el Museo del Prado, y en obras como Desnudo de mujer, directamente inspirado en la Venus del espejo.
Monja en oración, como también afirma Doménech, «no tiene nada de Sorolla», pero le valió su primera medalla de oro, y quizá por ello permaneció en manos de su suegro, Antonio García Peris, al que Sorolla llamaba su protector, un modo de mostrarle agradecimiento por el apoyo que le había prestado hasta el momento y que continuaría prestándole a lo largo de su carrera.