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Presos políticos, 1973
Ficha técnica
En su paso (1960-64) por la nueva figuración madrileña como parte del Grupo Hondo, al que se adscribió como reacción ante la fuerte presencia de la abstracción en aquel momento histórico, ejercita Genovés una neofiguración expresiva que será la base estilística de su posterior consagración al realismo sociopolítico. Así, tras un paréntesis crítico personal, se relaciona con movimientos de fuerte ideario antifranquista, y su actividad pictórica va catalizándose decididamente, a lo largo de la segunda parte de los años sesenta, hacia un compromiso militante y explícito. De hecho, ya en la década de los setenta Juan Genovés ha tomado plena conciencia de la relevancia de su propio quehacer artístico con respecto a las nuevas exigencias que los inevitables cambios políticos presagian en el último tramo del franquismo y la llegada de la transición en España.
Dos tipos de planteamientos temáticos presenta en sus trabajos de esta coyuntura sociopolítica: por una parte, el individuo aislado y la soledad del sujeto en un marco de crisis existencial ante las embestidas de la dureza controladora del régimen; por otra, la mirada explicativa y analítica sobre el comportamiento de los grupos e incluso de la multitud, en el contexto social de la represión vivida.
Justo a este segundo bloque, quizá el más representativo de su comprometido trabajo, pertenece la obra analizada: Presos políticos. Claramente testimonial de la situación, el cuadro se adscribe a las historias de la ciudad que Genovés propicia. Con evidente influencia cinematográfica y vigilante vista de pájaro en su composición, los reiterados grupos de tres personas cruzan el espacio pictórico en doble sentido: «Unos van y otros vienen». Sobre un homogéneo fondo monocromo y oscuro de fuertes resonancias dramáticas, los detenidos, esposados, son conducidos a sus lugares de encarcelamiento, con muy diferente actitud con respecto a la de sus acompañantes.
Las obras de Juan Genovés de esta época son paradigmáticas del realismo social y político, internacionalmente reconocido en la historia del arte contemporáneo. De estilo directo en su composición y heredero asimismo de la influencia ejercida por las imágenes de los mass media en el arte, Genovés sabe restringir la interpretación de tales imágenes en lo atinente al testimonio que el ejercicio artístico puede aportar a la historia contemporánea. De hecho, algunas de sus obras se han convertido en referencia visual obligada de nuestra transición tras ser, asimismo, espejo narrativo de la vida ciudadana bajo el franquismo de esas décadas. Con un estilo de caracterizado impacto realista, a caballo entre las imágenes propias de los documentales cinematográficos y las series fotográficas o reportajes de las revistas, las obras de Genovés beben de la vida diaria en su inmediatez formal y en su capacidad de concienciación, mientras que, sin olvidar los valores plásticos, prioriza decididamente la base denotativa de las estudiadas escenas, desarrolladas por el expresivo juego del aislamiento, el vacío, la oscuridad, el secretismo, la censura y la represión.
En esa charnela figurativa entre el individuo y la multitud, entre la ciudad semidesierta o abarrotada, entre la huida y el encuentro, se ha definido el lenguaje pictórico de Juan Genovés en su decidida apuesta por la figuración realista. En un contexto en el que la prohibición de las reuniones era drástica, atender al comportamiento de la multitud como tema pictórico sistemático era toda una manifestación de rebeldía. La base compositiva de sus cuadros es, de este modo, la representación de escenas captadas desde una perspectiva en picado que protege, incluso al contemplador, en su lejanía observacional. Así, el temor define, figurativamente también, el miedo observado y asumido. Observar y describir, testimoniar y hacer historia.
Presos políticos, obra de 1973, se integra plenamente en la memoria de la ciudad controlada/asediada por el poder. Seis grupos de personas, como en una procesión predeterminada en doble fila, cruzan el espacio de la ciudad en orientación inversa. Únicamente la postura de los brazos del sujeto central, esposado, denota su marcada condición de preso en cada uno de los conjuntos. No es un simple paseo por las calles. Se trata de un desplazamiento que, a su vez, connota la existencia extravisual de otros espacios de represión previos y posteriores. Un fragmento narrativo, pues, de una secuencia dilatadamente testimonial entre el silencio, el aislamiento y la soledad individual tristemente acompañada por el control compartido.