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Retrato de Amelie II, 2000
Ficha técnica
Entre los múltiples retratos que Henri Matisse pinta de su mujer, Amélie, Manolo Valdés toma en este caso como referente el Retrato de Madame Matisse, pintado en 1913 y que se conserva en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo. El cuadro de Matisse es un retrato de tres cuartos de una mujer sentada en una silla. La figura se perfila en negro con trazos de línea muy limpia sobre un fondo plano, sin perspectiva, y con manchas irregulares en tonos grisáceos. Valdés se centra en la cabeza de aquel retrato, descartando el resto de la figura, para realizar una serie de interpretaciones del cuadro de Matisse en gran formato. Reproduce con fidelidad en cada uno de los cuadros que componen la serie el escorzo de la cabeza y traslada el gesto de la señora Matisse con los mismos trazos esquemáticos que el retrato de 1913. Las variaciones de la serie se producen en las manchas de luz, las texturas y las combinaciones de color. De esta manera, el ambiente inquietante y la luz enigmática que encontramos en el fondo del cuadro de Matisse quedan ahora condensados, mediante diversas formulaciones, sobre la cara de la retratada.
Matisse ha sido siempre uno de los artistas más citados por Valdés entre los maestros del siglo XX. Ya en los primeros años de trabajo en solitario, la obra del pintor francés se convierte en uno de los ejes principales que definen la estructura de su evolución. En 1983 El estudio rojo, un cuadro que Matisse pintó en 1911, protagonizó una serie de pinturas que Valdés presentó en la Galería Maeght de Barcelona. Más tarde, tanto La danza (1909) como Desnudo rosa (1935) se convirtieron en dos de los cuadros más repetidos y reinterpretados en la producción de Valdés, precisamente en un momento, la segunda mitad de los años ochenta, en el que comenzaba a definir su personal técnica de óleo sobre arpillera. Al mismo tiempo, los desnudos de Matisse empezaron a aparecer en las esculturas de madera. Pero es a lo largo de los años noventa cuando Matisse se convierte en uno de los pintores más tratados por Valdés, y se suceden así en distintosmomentos los diversos motivos matissianos. Entre estos motivos, Valdés se interesa especialmente por el retrato, centrando la atención en el rostro, que descontextualiza cuando es necesario, para ampliarlo a grandes formatos.
El retrato que nos ocupa se presentó junto con las otras obras de esta serie en una exposición dedicada por completo a Matisse, a sus odaliscas, a sus retratos de Jacqueline Duhême y de la propia Amélie.