Otra marina, sueca esta, sintética y, a la vez, impregnada de gran melancolía, de todavía mayor melancolía que la otra, más abstracta, que hemos glosado
en una ficha anterior.

Puestos a ponernos septentrionales, a este cuadro de un pintor que gusta de la música, que ha representado a músicos y que en 2006 diseñó tres carteles para el festival de jazz de Montreux, le podría ir muy bien, por ejemplo, Le plat pays, de Jacques Brel.

El título del cuadro, extremadamente largo y narrativo. En él llama la atención esa sofisticada referencia retro a un «bar y restaurante de estilo escandinavo de los sesenta». Fragmento que, como los de otras piezas coetáneas, pertenece a un diario de viaje escandinavo del artista por carretera, más algún tramo de ferry. Viaje documentado por otra pieza de ese año perteneciente a la Colección Fundación Bancaja, una animación continua por ordenador en pantalla LCD: Stockholm to Stavanger. En la animación se suceden varias imágenes que documentan el periplo de Estocolmo a la ciudad noruega de Stavanger, entre ellas la que nos ocupa.

La única referencia humana de la escena, las pisadas sobre la arena representadas en primer plano, a los tintinófilos nos trae a la memoria alguna viñeta de Hergé de inspiración similar; por ejemplo, en ese gran clásico que es Tintín en el país del oro negro.