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¡Triste herencia!, 1899
Ficha técnica
«Sufrí terriblemente cuando lo pinté. Tuve que forzarme todo el tiempo. Nunca volveré a pintar un tema como ése». Así hablaba Sorolla en 1909 sobre ¡Triste herencia! en una de las muchas entrevistas que le hicieron en Nueva York. Efectivamente, Sorolla nunca volvió a pintar un tema social de forma tan marcada como en este cuadro ni en obras anteriores como Otra margarita o Trata de blancas.
Aunque Sorolla sufriera cuando lo pintó, ¡Triste herencia! supuso su consagración tanto nacional como internacional; con este cuadro obtuvo los más altos galardones en París y Madrid, y también es quizá la obra de Sorolla más comentada. Además, se trata de uno de los lienzos de los que tenemos más datos, más declaraciones del propio Sorolla sobre su gestación y sobre su significado, sobre su venta y su historia.
De esta forma narra Sorolla cómo se gestó el cuadro durante el verano de 1899 en València: «Un día estaba yo trabajando de lleno en uno de mis estudios de la pesca valenciana, cuando descubrí de lejos unos cuantos muchachos desnudos dentro, y a la orilla del mar y vigilándolos la vigorosa figura de un fraile. Parece ser que eran los acogidos del hospital de San Juan de Dios, el más triste desecho de la sociedad: ciegos, locos, tullidos y leprosos. No puedo explicarle a usted cuanto me impresionaron, tanto que no perdí tiempo para obtener un permiso para trabajar sobre el terreno, y allí mismo, al lado de la orilla del agua, hice mi pintura».
Sorolla estuvo a punto de abandonar la obra, pero fue disuadido por sus amigos Vicente Blasco Ibáñez, Roberto Castrovido y Rodrigo Soriano. Trabajó en ella no solo para cubrir la tela de más de dos metros, sino que también elaboró diversas notas de color y aguadas a tinta sobre la composición general, el movimiento, las luces, así como dibujos de las figuras individuales de los niños para estudiar su anatomía. Algo curioso respecto a todos estos es que muchos de ellos fueron regalados por el propio Sorolla a pintores. Así ocurre con tres de las notas de color, que regaló a William Merritt Chase, William J. E. E. Laparra y John Singer Sargent, y con tres de los dibujos de niños, que regaló a Léon Bonnat. Este detalle nos sirve para darnos cuenta del valor que dio Sorolla a la gestación de esta gran obra, y de cómo, lejos de considerar los estudios y dibujos que le sirvieron para preparar el cuadro como un mero instrumento, fueron para él dignos no solo de exhibirse en sus grandes exposiciones internacionales, sino de ser regalados a artistas a los que Sorolla admiraba y apreciaba.
Tras conseguir, en especial por ¡Triste herencia!, el máximo galardón en la Exposición Universal de París de 1900, Sorolla presentó el cuadro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, en la cual le fue otorgada la Medalla de Honor. Sorolla quería que esta obra permaneciera en España, por lo que la depositó en el Museo de Arte Moderno a la espera de que el Estado español la adquiriera, pero la compra no se llegó a realizar y decidió retirarla en diciembre de 1902; aceptó entonces la oferta de Jesús Vidal, empresario y coleccionista de origen español afincado en Nueva York, el cual pagó cuarenta mil pesetas por el cuadro. Vidal fue quien encargó a Fernando Miranda, escultor español afincado en Estados Unidos, el marco que hoy adorna la pintura y con el que se conmemoran los galardones obtenidos por Sorolla con él.
De Jesús Vidal, el cuadro pasó a John E. Berwind, quien lo donó al colegio dominical de la iglesia de la Asunción de Nueva York; finalmente, en 1981, fue subastado en el Sotheby’s de Nueva York y adquirido por Bancaja, con lo que la obra, como Sorolla quería, volvió a España.