We Swam in the Waves

We Swam in the Waves, 2002

Ficha técnica

Título
We Swam in the Waves
Año
2002
Autor
Opie / Julian
Medidas
189 × 253 cm
Material
Tinta sobre vinilo
Serie
Siglo XX: arte contemporáneo internacional

Hay, curiosamente, un lado simbolista en Julian Opie (Londres, 1958), un lado paisajista moroso, deliciosamente lírico, bucólico… Le interesa el género paisaje, y dentro de él se ha deleitado especialmente en buscarle equivalentes modernos a las estampas japonesas de Hiroshige y otros maestros.

Le interesa el género y, a la vez, está claro que le interesa plantearlo en clave resueltamente contemporánea. En su pintura, en su escultura, en sus instalaciones, comparecen muchos elementos de nuestro entorno cotidiano: desde automóviles hasta trenes o aviones, pasando por postes de la luz o señales de tráfico. Nada tiene de extraño que muchos de estos paisajes sean explícitamente, por un lado, muy road movies, lo que él llama roadscapes; es decir, paisajes de carretera, paisajes contemplados desde un automóvil, como lo son, dentro de la pintura pop norteamericana, los del desaparecido, un tanto olvidado y, sin embargo, muy interesante Allen D’Arcangelo, pintor de autopistas, coetáneo del Jack Kerouac de On the Road.

Sin embargo, pese a tanta contemporaneidad, Opie parece querer preservar siempre el territorio del paisaje como región de extrema pureza y esencialidad. En su web, algunos de esos paisajes van acompañados de músicas de amigos suyos (James Last y Saint Étienne, entre otros) que van por un lado meditativo y repetitivo. Músicas que contribuyen eficazmente, puede comprobarlo por su cuenta el lector, a esa idea de una pureza en el fondo un poco ingenua.

El estilo con el que está pintada esta marina de casi dos metros de alto por más de dos y medio de ancho es, como siempre en Opie, enormemente sencillo, sintético, sofisticado y, sobre todo, eficaz. Alguien que conoce muy bien su universo, el crítico de arte gallego David Barro, prologando el catálogo de la individual que el pintor celebró en 2006 en la Galería Mário Sequeira, en una aldea próxima a Braga, empleaba una expresión feliz: realismo sincopado. Opie conoce la tradición, la historia del arte, pero tiene también un lado pop y un lado geométrico y, por qué, no casi minimalista —tales fueron sus orígenes, neominimalistas, y nada tiene de extraño en ese sentido que haya escrito sobre su obra un artista de esa onda como es Liam Gillick—y, asimismo, un lado naïf. Valora los lenguajes sintéticos y
digitales de nuestro tiempo; cuentan para él los juegos de construcción, el dibujo de los niños, los Scalextrics, los ferrocarriles en miniatura y demás parafernalias de nuestra infancia.

Con este estilo, en este cuadro Opie llega a un no-estilo ubicado en las imprecisas fronteras entre una figuración de raíz simbolista y la abstracción. De alguna manera, podríamos leer esta obra, y otras suyas similares, como nuevo avatar de la tradición romántica del norte, de Friedrich a Rothko, tan brillantemente historiada por Robert Rosenblum.

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