La muestra, que se pueda visitar hasta el 9 de abril en la Casa Garcerán, recoge una selección de una veintena de piezas procedentes de la colección de la Fundación Bancaja que repasan toda la trayectoria del pintor.
La Comisión Delegada de la Fundación Bancaja en Segorbe presenta la exposición Joaquín Michavila. El dominio del color, una muestra que reúne una selección de 24 obras del pintor castellonense entre óleos y obra gráfica, todas ellas pertenecientes a la colección de la Fundación Bancaja.
La muestra, que se puede visitar en la Casa Garcerán hasta el 9 de abril, revisa y repasa la trayectoria del pintor, desde sus inicios hasta sus últimos trabajos. La exposición recorre las diferentes etapas creativas que forman parte del desarrollo profesional de Michavila: su fase figurativa y de formación (1952-1960), el periodo dedicado a la pintura constructivista (1960-1978) y, por último, su entrega a la abstracción paisajística (1978-1990), intensamente seducido por la visión de la Albufera.
La muestra se puede visitar en la Casa Garcerán de Segorbe los viernes, sábados y vísperas de festivos de 17 a 20 horas; y los domingos y festivos de 12 a 13:30 horas y de 17 a 20 horas.
La transformación del paisaje y el dominio del color
Michavila forma parte de una generación de artistas valencianos formados en las férreas disciplinas académicas realistas de la antigua Escuela de Bellas Artes, donde la huella de Sorolla y el sorollismo seguía aún vigente en el arte valenciano cuarenta años más tarde de la muerte del maestro de la luz.
Sus inicios (1952-1960) son realistas, figurativos, en constante búsqueda de su propia identidad pictórica, lo que le producirá cierta indecisión en la configuración de sus obras, en su mayoría de temática paisajística. En esta etapa se decanta por bodegones, naturalezas muertas, interiores, paisajes y rincones urbanos, al mismo tiempo que va ejercitándose en técnicas, procedimientos y materiales diversos.
Tras su estancia en Italia en la década de los 50 y su conocimiento de las vanguardias europeas, regresa a València e inicia una nueva etapa, el llamado periodo constructivista, de abstracción pura y geométrica (1960- 1978). Construye y explora formas geométricas basadas en fórmulas matemáticas e irreales, teniendo el color un protagonismo indiscutible. Kandisnky o Mondrian se convierten en algunas de sus principales influencias pictóricas en esta etapa, que se basa en el diálogo de las categorías espaciales, formales y cromáticas.
En la última y más longeva etapa de su vida, Michavila busca el reflejo de la luz y el color en el paisaje, pero en este caso desde una perspectiva informalista, abstracta, neofigurativa. En esta búsqueda descubrirá el lago de la Albufera, un paisaje inédito en la pintura valenciana, ya que nunca había sido plasmado con anterioridad. Es la etapa de El llac (1978-2016), su periodo más prolífico y laureado, en el que manifiesta su amor por la naturaleza y el paisaje con interpretaciones básicas de la Albufera: el lago, sus luces, sus sombras, sus reflejos y su silenciosa belleza. Su paisajismo adquiere una clara intención informalista y abstracta: no le preocupan las formas, sino el reflejo de la luz y el color en la naturaleza.
A finales de los 90, sin abandonar su temática paisajística, inicia una serie de trabajos con la técnica del collage empleando papel de arroz japonés, creando unas composiciones de belleza excepcional. En sus últimos años de vida, sin dejar nunca de lado sus paisajes de abstracción lírica, creó una nueva serie titulada Contrapunto, en la que – basándose en experiencias de audiciones musicales – ejecuta obras sumamente íntimas y personales cuyo denominador común es la oscuridad que inunda toda la composición.
Joaquín Michavila
Joaquín Michavila (L’Alcora, 1926 – Albalat dels Tarongers, 2016) fue catedrático de Didáctica de la Expresión Plástica de la antigua Escola Universitària de Magisteri de la Universitat de València, así como uno de los artistas valencianos más relevantes del arte contemporáneo. Formado como maestro, completó sus estudios con la licenciatura en Bellas Artes, ejerciendo la docencia en la Universitat de València entre los años 1966 y 1991. Su actividad docente e investigadora la combinó con una trayectoria artística paralela.
Desde inicios de la década de 1950, su producción pictórica, extensa, experimentó una constante evolución personal y artística que plasmaba sus inquietudes conceptuales y emocionales, convirtiéndose en un referente de la abstracción pictórica valenciana con proyección internacional. Formó parte desde su fundación de los grupos de vanguardia Los Siete, Parpalló y Artes del Arte. Realizó numerosas exposiciones en toda España, así como en Roma, Florencia, Basilea, Denver, Sao Paulo, Nueva York, Viena y en las bienales de Alejandría y Venecia. Además, realizó escenografías para obras de Valle-Inclán, Ionesco, Beckett, Brecht, con Antonio Díaz Zamora, con Ana Diosdado en el Maria Guerrero, así como para la ópera “Vinatea” de Matilde Salvador en el Liceo.
En el ámbito universitario dirigió el Departament de Didàctica de l’Expressió Musical, Plàstica i Corporal e impulsó el primer laboratorio de audiovisuales de la Universitat de València, creando un grupo de experimentación denominado Mirall. Académico de Bellas Artes de San Carlos de València, presidió esta institución artística, de la que fue académico de honor. También fue miembro del Patronato Martínez Guerricabeitia de la Fundació General de la Universitat de València.
Recibió la Distinción al Mérito Cultural de la Generalitat Valenciana, la Medalla de Oro de la ciudad de València, el Premio de las Artes Plásticas, el premio Alfons Roig, la medalla del círculo de Bellas Artes de València, así como la Medalla de la Universitat de València a título póstumo, entre otras distinciones.