Fundación Bancaja presenta la exposición Caparrós. El jardín de la naturaleza

Fundación Bancaja ha presentado esta mañana en su sede de la Plaza Tetuán la exposición Caparrós. El jardín de la naturaleza, que reúne una selección de 34 obras del artista registradas en espacios naturales. El encuentro ha contado con la participación del artista, Francisco Caparrós; el presidente de Fundación Bancaja, Rafael Alcón; el director de Bankia Banca Privada en Levante, Raúl Virgili; y el comisario de la muestra, José Luis Cueto, vicerrector de Cultura de la Universitat Politècnica de València.

La muestra, que cuenta con la colaboración de Bankia, refleja el interés de Francisco Caparrós por las formas que dibuja la naturaleza, centrando la mirada en las formas que esconden los bosques y arboledas, sin más pretensión que mirar y dejarse impresionar por estructuras y combinaciones de formas únicas, vivas y diseños perfectos.

Las fotografías seleccionadas en esta exposición pertenecen a distintas series en torno a esa mirada contemplativa del fotógrafo fascinado por las formas vegetales y el azar aparente con el que la naturaleza dibuja y configura los ciclos y las metamorfosis en animales y plantas. Caparrós no refleja paisajes o composiciones abiertas, sino más bien urdimbres y formas complejas que despiertan su interés y que, con un tratamiento posterior, enfatizan sus formas y propician nuevos entramados en el revelado digital.

La muestra, que podrá contemplarse hasta el 26 de mayo, se acompaña de un catálogo que reproduce las obras expuestas, además de otros trabajos de Francisco Caparrós, con textos de José Luís Cueto; de Fernando Castro, crítico de arte y profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid; y de Román de la Calle, catedrático de Estética y Teoría del Arte.

La exposición puede visitarse en la sede de la Fundación Bancaja en Valencia (Plaza Tetuán, 23) de martes a domingo de 10 a 14 y de 17 a 21 horas, y los lunes de 10 a 14 horas.

El jardín de la naturaleza

El título de la muestra rinde un homenaje al fotógrafo Karl Blossfeldt y, en concreto, a su libro El jardín maravilloso de la naturaleza, publicado en 1932. Blossfeldt fue escultor y profesor en la Escuela de Artes Aplicadas de Berlín durante 31 años, donde empleó sus fotografías en blanco y negro de plantas como material de apoyo para la asignatura de modelado según plantas vivas. Blossfeldt pensaba que las imágenes de las plantas eran capaces, por sí solas, de absorber las miradas de quienes contemplaban aquellas ‘formas originales del arte’, tal y como él las denominaba.

Para Caparrós, el momento de la toma es importante y determina gran parte de la imagen final pero, en ocasiones, esa primera fotografía es una estructura o un elemento que propiciará interacciones, fricciones y solapamientos que tendrán lugar en la pantalla del ordenador, el espacio donde se alumbra como resultado la síntesis de los elementos que fascinan la mirada del fotógrafo. La proximidad con la que están tomadas las fotografías sitúan al espectador en el interior de un paisaje y le invitan a conectar, gracias también al gran formato, con el escenario natural que tiene delante.

La manipulación técnica a la que Caparrós somete a la toma original está guiada por el objetivo de mostrar y desvelar sus ingredientes, como si se tejiera y destejiera una y otra vez, para dotar a la imagen de mayor potencia en sus composiciones por sus texturas, de una elocuencia más efectiva y del tributo a la belleza inicial que contenía en su espacio natural. En las emboscaduras de los árboles que muestra Caparrós interactúan sedimentos de formas, sombras y ramajes. Se mezclan y entremezclan urdimbres vegetales que parecen mapas con direcciones o meandros de estructuras complejas, tan intrincadas como las sinapsis de nuestro cerebro o los itinerarios de carreteras. Son cartografías vegetales y enjambres urbanos en los que no desaparecen nunca las formas iniciales, que siguen latentes y vertebran la arquitectura de la imagen.

  Francisco Caparrós

Nace en Baza (Granada) en 1954 e inicia sus primeras experiencias con la fotografía a muy temprana edad en el estudio de su padre, donde descubre la imagen fotográfica haciendo retratos de sus amigos y descubriendo en el cuarto oscuro la magia del “revelado”. Se interesa por este lenguaje con particular intensidad, al tiempo que lo hace por la pintura y el dibujo de la mano de Julio Vázquez, un profesor de Bellas Artes argentino que se instaló en esa ciudad por el año 1964. Desde entonces y hasta hoy se dedica a la fotografía, tanto en su vertiente artística como profesional.

En 1966 trabaja experimentando con la imagen y el laboratorio descubriendo las características de la química fotográfica en los procesos de positivado y las capacidades de las ópticas en el lenguaje de la imagen. Realiza trabajos de campo costumbristas de personajes y paisajes de la provincia así como bodegones experimentales y experiencias con dibujos y aguafuertes sobre cristal los cuales positivaba mezclados con objetos sobre papel, solarizaciones y demás trabajos de índole experimental. En 1969 viaja para conocer y retratar ciudades y pueblos de la geografía española y en 1970 se traslada a Madrid para preparar el ingreso en Bellas Artes, aunque finalmente ingresará en Valencia en 1973. Con sus primeros trabajos establece una relación deconstructiva que continúa hasta hoy: una manera de “arrastrar” lo fotografiado en un deseo de sintetizar el objeto, como si lo real fuera crudo y excesivamente descriptivo. En su búsqueda del lenguaje expresivo, ha transitado por diversas disciplinas del paisaje y el retrato.

En la acción fotográfica de Caparrós se dan dos cualidades: por un lado, la búsqueda de los lugares o “no lugares” que manifiestan un estado de soledad latente, como en sus series Estructuras dormidas o Casi silencio, donde lo fotografiado es la huella latente de ese momento y no otro; por otro lado, la escena “sentida”, recalificada o recompuesta con intención de arrebatar a la sustancia del inconsciente, la sensación casi olvidada del instante, el recuerdo la sensación, el olor la temperatura, el ruido, como se aprecia en sus series Jerográficos Fotográficos y Bambú, realizados en New York y Japón respectivamente.

Caparrós ha realizado sendas obras de videoarte, 10´27 to Liberty (2006) y El Espíritu del Bambú (2009). La primera, un trabajo de integración imagen y sonido sobre Jerográficos Fotográficos realizada en Nueva York donde el ritmo, el color y la música nos adentra en el mundo hipnagógico de la ciudad. Y el segundo, una reflexión sobre el ciclo lento y complejo de la naturaleza que nos lleva a comprender la paciencia y la madurez tan presente en oriente. Participó en 2009 en el proyecto de Domingo Sanchez Blanco, Museo Mausoleo, donde se enterró una escultura realizada en aluminio fundido, con el título La Esfera del Miedo. A esta trayectoria se suma Rastros, comenzado en 2012, donde profundiza en expresión del pensamiento a partir de imágenes comprimidas y estiradas, realizadas con “paleta fotográfica”, actuando sobre fotografías seleccionadas y tratadas a tal fin. Una suerte de pintura fotográfica o rastros de color y forma modificados en función de la proyección o reflexión que se efectúa. Actualmente desarrolla un proyecto denominado Metáfrasis.

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