La exposición está integrada por una treintena de piezas entre mantos, esculturas, óleos, carteles y piezas de orfebrería vinculadas a la imagen de la Virgen de los Desamparados y, en concreto, al acto de su coronación en 1923.
Fundación Bancaja ha presentado esta mañana la exposición Salve, Reina del Cel i la Terra, una muestra que se celebra con motivo de la conmemoración del centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados (1923- 2023) y del año jubilar mariano. La presentación ha contado con la intervención de la responsable de Cultura de la Fundación Bancaja, Laura Campos; el rector de la Basílica de la Virgen de los Desamparados, Juan Melchor Seguí; el obispo auxiliar, Javier Salinas; y el rector emérito y comisario de la exposición, Jaime Sancho.
La exposición acoge una treintena de piezas entre mantos, esculturas, óleos, carteles y piezas de orfebrería vinculadas a la imagen de la Virgen de los Desamparados y, en concreto, al acto de su coronación en 1923. Las piezas, procedentes del Museo Mariano Virgen de los Desamparados (MUMA), la Iglesia San Juan del Hospital, el coleccionista valenciano Pedro Arrúe y la propia Fundación Bancaja, permiten contemplar de cerca los diferentes elementos que revisten la imagen original de la Virgen, además de conocer la historia y los detalles de la consolidación de su iconografía como objeto de culto.
La muestra incluye piezas como los mantos históricos de la Virgen confeccionados en el siglo XIX y XX: el manto de la Coronación (1867), el del Capellán Mayor Germán Mata (1915), el de la familia Burillo (1940), el del Año Mariano Universal (1954), el armazón y forro sobre el que se colocan los mantos, y la capa pluvial que llevó el Arzobispo Don Prudencio Melo y Alcalde en la segunda coronación de 1941.
Se suman a estas piezas una figuración de la imagen cuando se colocaba sobre las mortajas junto a otras esculturas como ángeles custodios; la mascarilla del rostro de la Virgen o el niño Jesús que acompañaba la imagen original; una selección de lienzos con la temática de la coronación de la Virgen como hilo conductor de autores como Joaquín Eiximeno, Ramón Stolz, o Mariano Benlliure; y un conjunto de carteles históricos sobre la coronación fechados en 1923 y creados por artistas como Vicente Canet Cerbellón o Josep Renau.
A este conjunto de obras se unen dos piezas de orfebrería: la aureola que ofrecieron las parroquias del centro histórico de Valencia confeccionada en plata dorada en 1940 por Rafael Torres y la corona que lleva la imagen original (1941), que nunca se ha podido contemplar de cerca y constituye una de las piezas clave de la exposición. Esta corona, realizada por los hijos del orfebre José Sugrañes, Jesús y Rafael, pesa 2,1 kilos de oro y dispone de 2.670 piedras: esmeraldas, brillantes, perlas, diamantes rosas, amatistas, zafiros, topacios, rubís y aguas marinas, así como varios esmaltes.
La exposición se puede visitar en la sede de la Fundación Bancaja en València del 24 de diciembre de 2022 al 26 de febrero de 2023. Dentro de su programa de mediación cultural y artística, la Fundación Bancaja ofrecerá visitas comentadas de la mano de un experto especialista en arte y mediación cultural.
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La advocación de la Virgen María como Virgen de los Desamparados
El origen de esta denominación se remonta a 1409, cuando el padre Juan Gilabert Jofré, comendador del convento de la Merced, intervino en una disputa callejera para frenar la agresión de un grupo de personas a un ciudadano con problemas de salud mental. Esta vivencia suscitó su empeño por crear un hospital específico para atender a personas en esta situación y en 1410 el papa Benedicto XIII (el aragonés Pedro de Luna) dio por titulares y patronos del nuevo Hospital a los Santos Inocentes Mártires, fundación privilegiada por el rey de Aragón y de Valencia Martín I el Humano y confirmada por su sucesor Fernando I de Antequera en Morella, donde se encontraba con el papa Benedicto XIII bajo el título de la Virgen María de los Inocentes (Confraría de la Verge María dels Ignoscens). Esta obra caritativa se puso bajo la protección de María, invocada poco después y espontáneamente con un nuevo título, que fue reconocido por el rey Fernando el Católico (Privilegio real de 3 de junio de 1493): “Plugo al Señor Rey… que de aquí en adelante la dicha Cofradía se intitule la Cofradía de la Sagrada Virgen María de los Inocentes y de los Desamparados.”
Origen de la imagen de la Virgen de los Desamparados
La imagen de la Virgen de los Desamparados se realizó en 1426 en material ligero, madera y cartón piedra, de modo que pudiera trasladarse fácilmente a las casas de los clavarios y pudiese colocarse yaciendo sobre los féretros de los mismos o de los desamparados a quienes aquellos daban sepultura, como los condenados a muerte y los náufragos cuyos cuerpos llegaban a la playa.
En la imagen original, la Virgen va revestida con túnica ceñida y una especie de casulla amplia, todo ello dorado. En la mano derecha lleva la azucena, en referencia a la Concepción Inmaculada, mientras que en la izquierda lleva la imagen del Niño Jesús con la cruz de madera, en origen, como anuncio de la pasión y los dolores de los desamparados. La imagen se completó también desde sus inicios con los inocentes arrodillados a los pies de la Señora.
La creciente devoción popular a esta imagen hizo que dejase de ser puesta sobre las mortajas y se venerara de pie, conservando su postura inclinada debida al cojín sobre el que reposaba su cabeza, origen del cariñoso título de “Geperudeta”. El tipo icónico de la Virgen de los Desamparados se caracterizó posteriormente con la añadidura de la corona alta, en forma de tiara, del paño delantero que sirvió desde el principio para sostener las joyas y exvotos, y del manto de brocado que cubre el dorso de la imagen, carente de decoración.
Las coronaciones de la Virgen de los Desamparados
El 13 de mayo de 1923 se celebró la Coronación de la Virgen de los Desamparados, en un altar colocado a la subida del puente del Real. El acto estuvo presidido por los reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y miles de valencianos. La idea de coronar a la Patrona de Valencia partió del Cardenal Enrique Reig Casanova.
En los primeros días de mayo quedó expuesta en los escaparates de la joyería de José Sugrañes, en la calle de la Paz, la corona para la Virgen hecha con los donativos de oro y alhajas de los valencianos, que después desapareció durante la Guerra Civil. El día 11 llegaron los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que acudieron a la Catedral e inauguraron la Feria Muestrario. El día 12, la imagen de la Virgen fue trasladada, en procesión, desde su Capilla a la Catedral, con su manto bordado en oro, a la espera de ser coronada. Al día siguiente se verificó el acto de la Coronación. Realizada la misa pontifical, comenzó la procesión para llevar la Virgen a la subida del puente del Real, elegido por ser un lugar amplio donde congregar a la multitud, donde el arzobispo Reig coronó a la Virgen. Las fiestas de la Coronación se extendieron hasta el día 20.
Veinte años después, en mayo de 1941, se celebró una segunda coronación a la imagen de la Virgen de los Desamparados en un histórico acto en la plaza de la Virgen ante un tapiz de Enrique Ginesta que representaba la escena de la coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad, rodeada con motivos arquitectónicos barrocos valencianos. La imagen volvió entonces a tener una corona, imitación exacta de la que se había perdido en la Guerra Civil. Esta corona, que por primera vez se puede contemplar de cerca en esta exposición, es la que porta en la actualidad la imagen de la Virgen de los Desamparados. La realizaron los hijos del orfebre José Sugrañes, Jesús y Rafael, gracias de nuevo a la aportación popular, en este caso de joyas y monedas. Consiguieron una corona de factura tan artística y valiosa como la anterior. Pesa 2,1 kilos de oro y dispone de 2.670 piedras: esmeraldas, brillantes, perlas, diamantes rosas, amatistas, zafiros, topacios, rubís y aguas marinas, así como, varios esmaltes.
Fue el arzobispo de Valencia, Don Prudencio Melo y Alcalde, quien bendijo la corona que le presentó el alcalde de Valencia, Barón de Cárcer, que la mostró a los fieles y la ciñó en la cabeza de la imagen. La capa con la que el arzobispo participó en el acto, una pieza bordada en sedas de colores oro y plata sobre fondo de raso seda color crudo, también puede verse en esta exposición.
El armazón y los mantos
En los inventarios de la Cofradía de Nostra Dona Sancta Maria dels Ignoscents, instituida en 1414, donde figuran tantos objetos relacionados con la imagen, aparecen muy pocas piezas de vestir. Hasta finales del siglo XVI o principios del XVII, la imagen de la Virgen se exponía a la veneración pública sin vestidura que ocultase los detalles escultóricos de la figura, aunque sí con gran cantidad de joyas. En el inventario de 1483 consta que se pone “un drap dor sotil” (paño de oro ligero) para las espaldas y en aquellos primeros tiempos también están inventariados varios y ricos doseles para llevarla en procesión. Todo ello constata la necesidad de adecuar la imagen yacente de la Virgen, cubrir el dorso liso de la misma, para presidir procesiones y actos privados de la propia Cofradía o públicos. La imagen deja de ser yacente tras el Sínodo de 1631.
En 1767 figuran ya veinte ricos mantos con los nombres de los que los regalaron, entre ellos el ofrecido por Doña Isabel Farnesio y el de Doña Luisa Isabela de Orleáns, reina de España, esposa de Luis I. Muchos de ellos se perdieron en contiendas políticas, y el número de mantos disminuyó notablemente en el siglo siguiente.
En la actualidad, la imagen posee una serie de mantos históricos heredados: uno del siglo XIX que se realizó con motivo del II Centenario de la Real Capilla, denominado de la Coronación; otro de principios de siglo XX y otros dos confeccionados en la posguerra española en los años 1940 y en 1954. El manto de la Coronación que se puede contemplar en esta exposición es el que llevaba la imagen cuando estuvo escondida durante la Guerra Civil en el Ayuntamiento de Valencia, y también el mismo que portó en el acto de su Coronación Pontificia de 1923.
El elemento fundamental que define la colocación de los mantos es el armazón interior, que se añade en su parte posterior, denominado también miriñaque o pololo. Esta estructura acampanada de madera le confiere su volumen y forma característica, además de procurar que el peso del manto no recaiga sobre la imagen. El armazón está sujeto a la peana de modo que protege la imagen y sobre él se coloca un forro o manto y encima de él el manto definitivo.
Los carteles
En 1922, el Comité organizador de la Coronación Pontificia de la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados tomó como primera decisión la creación de una revista, Mater Desertorum, como plataforma de publicidad dedicada exclusivamente a la promoción e información del acontecimiento. En su número 2 de noviembre de 1922, la revista pública la convocatoria del concurso de carteles anunciadores del histórico acontecimiento que tendría lugar al año siguiente. Las bases del concurso determinaban que para participar en él era imprescindible haber nacido en la Comunitat Valenciana y exponían la necesaria utilización para su diseño de los colores amarillo, rojo, bistre, azul, gris y oro, así como la incorporación al mismo de la inscripción: Solemnes Fiestas de la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados. Valencia 1923.
El reconocido cartelista y pintor Josep Renau Berenguer (Valencia, 1907 – Berlín Este, 1982) participó en este concurso con tan solo quince años. Sin embargo, el artista ganador fue Vicente Canet Cerbellón, que presentó un diseño novedoso para el momento y que fue inspirador en los posteriores carteles anunciadores del 50 aniversario de la Coronación Pontificia y de su centenario.
La orfebrería
La aureola la llevó la imagen original de la Virgen de los Desamparados desde la fiesta de la Patrona del año 1940 hasta el año 1961. En su diseño destaca en la parte central un gran nombre de María, repujado, y a sus lados, las imágenes de san Vicente Mártir y de san Vicente Ferrer, Patronos de la Ciudad y de la Archidiócesis, y del Reino de Valencia, respectivamente. Entre las estrellas, dieciséis casalicios, donde aparecen las imágenes de santos titulares de las quince parroquias más antiguas e históricas de la ciudad, más la de san Rafael, parroquia en los Poblados Marítimos, en atención al nombre del orfebre Rafael Torres, autor de la misma. De izquierda a derecha aparecen: San Pedro, San Bartolomé, Santa Mónica, San Esteban, San Juan Bautista (por San Juan y San Vicente), Santa Cruz con la Virgen del Carmen; San Martín, San Agustín, San Valero, San Andrés, El Pilar, San Juan Evangelista (por Santos Juanes), San Sebastián, San Nicolás y Santo Tomás.
La escultura
La Cofradía que nació en el año 1414 en Valencia, encomendada para dar apoyo y soporte a la recién creada obra asistencial del Hospital dels Ignocents, recibió en 1416 la concesión del rey Alfonso el Magnánimo para que pudiera tener dicha cofradía una representación de la Virgen María acompañada de alguna representación de los inocentes muertos por el rey Herodes. La nueva imagen aparecería por primera vez reseñada en el inventario de la cofradía de 1426 en el libro de Claveriats. La imagen fue esculpida yacente con unas características peculiares que priorizaban desde el primer momento su carácter de acompañamiento, socorro, ayuda y consuelo. De tamaño natural, con el dorso hueco, la cabeza inclinada en actitud de descansar sobre un almohadón, de material resistente y, al mismo tiempo, de poco peso, para facilitar su manejo. La imagen deja de ser yacente tras el Sínodo Valentino de 1631.